jueves, 7 de noviembre de 2013

Biarritz de fin de semana



La idea de hacer una corta escapada de fin de semana en las circunstancias que estábamos viviendo en estos últimos dos meses era demasiado tentadora para dejarla escapar, además de absolutamente necesaria para meter un pequeño paréntesis en las mismas. Un par de días para evadirse en la ciudad francesa de Biarritz22 años después de nuestra última visita, se presentó como la opción ideal, y con la ventaja de la relativa cercanía de la región de Aquitania con respecto a nuestra ciudad. Y a pesar del tiempo transcurrido, Biarritz no ha experimentado grandes cambios en su centro urbano, al menos como yo la recordaba y las antiguas fotos delataban, y sigue resultando un placer pasar un un fin de semana en esta elegante ciudad del suroeste francés. Antes de lanzarnos a bucear en el bullicio de las calles de Biarritz, dejamos aparcado el coche frente al céntrico hotel familiar que habíamos elegido en esta ocasión. El hotel Edouard VII, una pequeña mansión francesa del siglo XIX llena de encanto y ubicado en el centro de Biarritz, donde pasamos una estancia muy cómoda y agradable, y donde disfrutamos de la maravillosa decoración de todas las estancias del hotel y de su bonito jardín. Fue la casa de varios personajes célebres, también del alcalde de Biarritz y consultorio médico donde acudía Napoleón III cuando se  encontraba en la ciudad. Un trozito de la historia de Biarritz.



Una vez instalados nos lanzamos a explorar algunos de los rincones más emblemáticos de Biarritz, comenzando por el largo paseo costero que lleva desde la playa del Port Vieux hasta el faro de Biarritz, en la Punta de San Martín. Lógicamente no lo hicimos del tirón, y en consecuencia  tuvimos varias paradas en el camino, algunas con avituallamiento incluido, esas que sobre todo agradece el cuerpo. Y que mejor lugar que la terrazas del Casino de Biarritz en pleno paseo de la Grande Plage, donde a la gente le gusta ver y ser vistos. Pero antes pudimos disfrutar de la majestuosidad de la Catedral de Sainte Eugenie, imponente, sobresale en la línea de la ciudad sobre el puerto pesquero y sus antiguas y sencillas casitas de los pescadores. No muy lejos de Sainte Eugenie, también nos cruzamos con el fabuloso edificio del Museo de la Mar, justo en frente de la roca de la Virgen. 





Rocher de la Vierge 

La Playa del Port Vieux, que antaño fue escenario de los despieces de los grandes animales que cazaban los balleneros del Cantábrico, hoy ofrece un escenario donde nadar y darse un relajado baño.


Las modestas casas de los pescadores con sus coloridas puertas y contraventanas.

Una de las imágenes más reconocibles de Biarritz es, sin lugar a dudas, la que ofrece la explanada del centro de congresos del Bellevue.  Desde sus barandillas se abre ante nuestros ojos la Gran Playa de Biarritz en primer término, con el magnífico hotel Du Palais y el faro de Biarriz al fondo de la misma. 


El gran edificio del Casino Municipal de Biarritz en estilo Art-Déco alberga un teatro y diversas salas para la celebración de eventos, a parte del casino propiamente dicho. Sus bajos también alojan varios cafés con unas estupendas terrazas, orientadas a la Grande Plage, muy solicitadas por el público que abarrotaba el paseo. En una de ellas hicimos un alto en el camino.




El imponente Hotel Du Palais

Vistas que pudimos contemplar desde el lado opuesto, junto al faro de 1830, en la explanada de Isabel II, y con un maravilloso atardecer como telón de fondo que poco a poco fue dando paso a una animada noche de sábado. Está claro que Biarritz no sólo tienen animación en la época estival, si no que la mantienen gran parte del año. Y es que el tirón del surf se nota bastante y contribuye a esa animación nocturna.







Y desde el promontorio del faro, volviendo la vista al norte, es posible disfrutar de las privilegiadas vistas de las playas de Anglet, segmentadas por los diques de piedra cuya finalidad intuyo sea la de mantener la arena en los duros temporales de invierno, y no ser arrastrada por las olas. 


La iglesia ortodoxa rusa

Paseando por las calles de Biarritz no es difícil toparse con esmeradas decoraciones en los escaparates de sus comercios, y de lo más tentadoras como en el caso de esta confitería donde no cabía ni un dulce más.


En el caso del mercado de Biarritz fue atravesar sus puertas y embriagarnos de los más deliciosos y tentadores aromas.... decenas de variedades de quesos.... sabrosos embutidos.... foie fresco..... coloridas verduras y hortalizas. En fin, un fiesta para los sentidos.


Aunque nos  pareció algo pequeño el mercado de pescados y mariscos, éste se encontraba muy bien surtido de toda clase de pescados y mariscos que el Mar Cantábrico ofrece en abundancia. Por supuesto la estrella el sabroso bonito del norte presidiendo la mayoría de los puestos.


Y como en todo viaje, llegó la hora de ir buscando un restaurante agradable para saborear la gastronomía local y conversar acerca de las impresiones que nos había causado Biarritz después de tantos años desde nuestra última visita. Nos pareció buena idea probar en la brasserie Le Napoleon en plena Plaza Sainte Eugenie, acomodados en una pequeña mesa para dos a la luz de las velas, y el resultado final se puede calificar de satisfactorio. 


Unos dorados chipirones a la plancha, acompañados de un arroz con verduras y aceite de perejil

Y como plato principal un magret de pato entero a la plancha con una salsa suave de setas.....fabuloso

Todo acompañado de un buen vino francés.Y ya no hubo hueco para más...al menos hasta el día siguiente.


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